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El gran Gatsby

el gran gatsby

Título: El gran Gatsby

Autor: Francis Scott Fitzgerald

Año de edición: 1925

Época literaria: siglo XX

Género: novela

Tema: la decadencia del sueño americano

Valores: crítica de la frivolidad, la ausencia de valores morales y el hedonismo

Gatsby creía en la luz verde, el orgiástico futuro que año tras año va retrocediendo ante nosotros. Ya nos eludió entonces pero eso no importa… mañana correremos más rápido, estiraremos más los brazos… Y un buen día… le ganaremos. Botes contra la corriente, remontando incesantemente la corriente hacia el pasado.

 

El gran Gatsby es, probablemente, junto con El guardián entre el centeno, la gran novela  norteamericana. Tan destacado lugar se lo debe a su esencia crítica: una reflexión sobre los dudosos valores que operaban durante los «felices años veinte».

La obra se cuenta desde la perspectiva de Nick Carraway, que se muda al West Egg, parte del barrio neoyorquino de Long Island. Allí, Nick —y con él, el lector—, conoce al misterioso millonario Jay Gatsby y su amor desaforado hacia Daisy Buchanan, una mujer casada. Gatsby, una encarnación del «sueño americano», es el hombre hecho a sí mismo, rodeado de abundancia y oropel, pero  infeliz. Su deseo ferviente de recuperar el pasado lo conducirá hasta un fracaso inevitable. Fallidos serán también el amorío de Nick con Jordan Baker y el desgraciado matrimonio de los Buchanan.

Las historias de los personajes de El gran Gatsby, todos ellos privilegiados pero infelices, sirvieron a Fitzgerald para reflejar los problemas de la sociedad estadounidense: una creciente preocupación por las apariencias, el hedonismo y el lujo, acompañadas de la decadencia de los valores morales.

Asociada típicamente con la era del jazz, El gran Gatsby es una novela exquisita, de estilo sencillo, pero llena de sutiles implicaciones metafóricas. A pesar de los años que cuenta, la obra maestra de Fitzgerald sigue mereciendo una lectura atenta, pues suscita más de una reflexión sobre la sociedad actual.

Verónica Casais

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Mafalda

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Título: Mafalda.

Autor: Quino (Joaquín Salvador Lavado)

Año de edición: 1964-1973

Época literaria: contemporánea.

Género: comic.

Tema: crítica social, humor.

Valores: humor, amistad, protección a la infancia.

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Mafalda, su familia y sus amigos (Felipe, Susanita, Manolito, Miguelito y, en las últimas tiras, Libertad y Guille, el hermano de la protagonista) reflexionan sobre distintos temas de los adultos, de la manera tan inocente que sólo saben hacer los niños. Se preguntan por temas de política, de educación, de economía, sobre la televisión, las guerras, la literatura, la música, los afanes y preocupaciones de los mayores… Pequeñas historias, diálogos cómicos, de no más de cuatro tiras, resueltas en cinco o seis viñetas. Cada uno de los niños tiene una personalidad muy definida, muy característica, tanta, que al final parece que los conocemos como a compañeros de colegio.

Quino, a través de la candidez de la infancia, hace una brutal crítica social, pero siempre con el humor como telón de fondo. Personajes entrañables que, a través de sus tiernas inquietudes nos harán sonreír y, si se quiere, reflexionar.

 

Lourdes G. Trigo.

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El burlador de Sevilla o Convidado de piedra

el burlador de sevilla

Título: El burlador de Sevilla o convidado de piedra.

Autor: Tirso de Molina

Época literaria: Siglo de Oro.

Género: teatro.

Tema: donjuán.

Valores: honor, sinceridad, lealtad a la palabra dada.

DON JUAN:  Vivo en vos, si en el mar muero.

Ya perdí todo el recelo

que me pudiera anegar,

pues del infierno del mar

salgo a vuestro claro cielo.

Un espantoso huracán

dio con mi nave al través,

para arrojarme a esos pies,

que abrigo y puerto me dan,

y en vuestro divino oriente

renazco, y no hay que espantar,

pues veis que hay de amar a mar

una letra solamente.      

 

TISBEA:     Muy grande aliento tenéis

para venir sin aliento,

y tras de tanto tormento,

mucho contento ofrecéis;.

No podríamos dejar de comentar, estando tan cercana la festividad de Todos los Santos y la conmemoración de los difuntos, la obra que dio origen al mito del donjuán.

 Cuando se abre el telón, don Juan acaba de burlar a la duquesa Isabela, haciéndose pasar por el duque Octavio. Cuando ésta intenta encender una luz, él lo impide y ella cae cuenta del engaño. En la huída, despierta el rey y los caballeros de la corte de Nápoles. Don Juan logra salvarse por mediación de su tío, que sirve al rey, y huye hacia España. Pasará por Barcelona, Sevilla y Lebrija, aprovechándose en cada puerto de mujeres de diversa condición, valiéndose de complejos engaños. Cada vez que le reprochan su conducta, recordándole que algún día pagará por sus malos actos, él responde con la frase que hizo famosa: “largo me lo fiáis”. Pero, al fin, toda deuda termina por cobrarse. De nuevo en Sevilla se topa con la tumba de don Gonzalo, a quién había asesinado. Don Juan, que vive en una burla continua, invita a cenar a la estatua. Y aquí lo dejo, que no quiero destripar el final a los lectores más jóvenes.

 Como ahora el cine o la televisión, en el Siglo de Oro el teatro era espejo de la calle y viceversa. Tirso de Molina consiguió dar inmortalidad a un tipo burlón, vividor, profundamente inmoral, ajeno a todo aquello que no sea su propio disfrute. Personaje con tanta trascendencia que ha sido recogido después en multitud de obras hasta nuestros días (Don Juan, de Molière o de Byron, Don Juan Tenorio, de Zorilla e incluso con la genial música de Mozart en su ópera Don Giovanni). En cada una de ellas el personaje acabará castigado o redimido, ajustándose a la mentalidad de la época.

 Aunque de primeras espanta un poco tanto texto en verso, animo al lector a sacudir prejuicios. El teatro, en general, es muy fácil de leer: escrito para ser representado es sólo acción y diálogo, con pocas florituras de descripciones largas y explicaciones vanas. Si hay oportunidad, aconsejaría también ver al personaje sobre las tablas. Si lo encontramos fuera del escenario, recomiendo la huída.

 

Lourdes G. Trigo.

 P.D.: dejo aquí una edición digital de trinity.edu con anotaciones de vocabulario.

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La Regenta


Título: La Regenta

 Autor: Leopoldo Alas “Clarín”

 Época literaria: siglo XIX. Naturalismo.

 Género: novela.

 Tema: la vida en una ciudad de provincias y el adulterio.

 Valores: amor, religiosidad, crítica a los vicios sociales.

 

La heroica ciudad dormía la siesta”

Junto con ciertas frases sobre La Mancha y el hielo, éste es (o quizá debería ser) el principio más reconocido de las letras españolas. En esta sucinta oración, Leopoldo Alas nos presenta Vetusta, tan personaje como la misma Ana Ozores y sus vecinos. Desde este comienzo tenemos las claves para la interpretación de la obra: la influencia de la ciudad de Vetusta y la sutil ironía que funciona como elemento constructivo.

La Regenta constituye la puesta en práctica de la ideología literaria de Leopoldo Alas, quien bajó el pseudónimo “Clarín”, atemorizó con sus críticas realistas a los tipos de su época, con la talla de Benito Pérez Galdós o Emilia Pardo Bazán. Tal como cabe esperar, su obra es un ejemplo de perfección formal y estructural. Dividida en dos partes de igual longitud e importancia, aunque con diferentes y magníficos juegos temporales, La Regenta es un ejercicio de maestría en cuanto a la polifonía y construcción de personajes.

Al margen de Ana Ozores, que da título al libro, atención especial merece el desarrollo del Magistral, Fermín de Pas. Basándose en un estereotipo decimonónico (el cura que ha perdido su vocación y se deja llevar por los devaneos del amor), “Clarín” consigue darle una vuelta de tuerca para mostrarnos, a lo largo de toda la obra, la encarnizada lucha del hombre contra las pasiones. Para desplegar el conflicto interno en que los personajes están inmersos, Alas recurre con gran acierto al estilo indirecto libre, con monólogos interiores y diálogos, dejando que los personajes de esta gran novela hablen por sí mismos.

Por último, para un aficionado a las letras hispanas, el gran placer de leer La Regenta radica en la forma en que descansa sobre otros discursos literarios, sin por ello dejar de ser uniforme. Dentro de la trabazón perfecta de esta obra, podemos encontrar referencias tanto al teatro áureo, con los grandes dramas de honor calderonianos, como al teatro del XIX, con obras románticas -como el Don Juan Tenorio- o realistas -como Un drama nuevo-.

La Regenta es libro extenso pero ameno, que como una finura culinaria requiere una degustación lenta y cuidadosa. “Clarín” compone una novela formalmente perfecta, cargada de ironía y guiños para el lector atento; una crítica mordaz e inteligente a los vicios sociales más arraigados, que parecen tan actuales como aquellos del XIX.

 

Verónica Casais.

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