La aurora en Copacabana

Título: La aurora en Copacabana

Autor: Pedro Calderón de la Barca

Época literaria: Siglo de Oro.

Género: teatro

Tema: el descubrimiento de América, la conquista de Perú y la expansión del cristianismo.

Valores: amor, tolerancia, amistad, cristianismo.

 

                         “¿Es ley, di,

                        que un dios no muera por mí,

                        y que muera yo por él?”

Es ésta una parte fundamental de uno de los parlamentos de Guacolda, indígena americana que, junto a su amor Yupanguí, protagonizan este muy poco conocido drama de Calderón. Por diversas razones, se trata esta obra de una joya rara. Para empezar, a pesar de ser el teatro el género en boga durante el siglo de Oro, las comedias que tratan la conquista de América no llegan a una veintena. Aun en estas, es raro que los indígenas sean protagonistas, y a menudo quedan relegados a meras figuras cómicas.

Sin embargo, en La aurora en Copacabana, Calderón les concede el protagonismo más absoluto, dejando a figuras como Pizarro en un lugar accesorio. El hecho de que sean tratados como dignos depositarios del drama muestra el comienzo de una actitud de tolerancia y comprensión hacia el otro. No sólo son protagonistas, sino que son protagonistas dignos: Yupanguí es un noble galán, lleno de fuerza, valentía y empeño, como cualquier otro galán áureo; Guacolda, virgen del templo del Sol, muestra además una admirable capacidad lógica, que la lleva a  razonar su conversión al cristianismo después de haber estado sumida en la idolatría.

El tratamiento de los personajes es complejo, delicado. La conversión ocurre de manera gradual, y los milagros obrados por la Virgen de Copacabana están apoyados por argumentaciones lógicas por parte de los personajes, que realizan un progresivo camino desde la falsa luz de la idolatría inicial hasta la verdadera aurora.

Especial mención merece el personaje de Idolatría, antagonista construida magistralmente, a la que se reservan los más largos parlamentos y las versificaciones más complejas, ocasión para el lucimiento de personaje y actor, y clave para el espectador o lector sobre sus falsos enredos. Idolatría es una ejemplar muestra de la gran capacidad de Calderón para dar vida a nociones abstractas, de manera que no parezca absurdo ni forzado.

En conclusión, no solo de La vida es sueño (obra sin duda magistral) está hecha la obra de Calderón. Entre su amplísima producción encontramos joyas como ésta, una comedia sin complicaciones excesivas, de fácil lectura y comprensión, pero además con un tema poco común y un tratamiento innovador. La aurora en Copacabana es una de esas obras secundarias, pero verdaderamente interesantes, y sería una lástima que la dejáramos relegada al baúl de los recuerdos.

 

Verónica Casais

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