Título: Usted tiene ojos de mujer fatal.
Autor: Enrique Jardiel Poncela.
Estreno: 1932
Época literaria: siglo XX.
Género: teatro
Tema: humor.
Valores: amor.
PEPITA. —(Avanzando) El frac, Oshidori.
OSHIDOHI. —Gracias, marquesa. Se lo pone. ¿Y el señor?
PEPITA. —Duerme.
OSHIDORI. —¿A qué hora vino anoche, marquesa?
PEPITA. —A las doce.
OSHIDORI. —¿Solo?
PEPITA. —Acompañado. Y a la una volvió a marcharse.
OSHIDORI. —¿Acompañado?
PEPITA. —Solo. Y a las cinco regresó de nuevo oliendo a whisky.
OSHIDORI. —¿Sólo?
PEPITA. —Con soda.
Sergio es un desalmado donjuán, que sale todas las tardes a conquistar mujeres. Cuando ellas caen rendidas ante sus piropos, las trae a casa, las encierra en el dormitorio, anota cuidadosamente su nombre en un grueso volumen, deja en el fonógrafo un disco del «O Marie», y vuelve a salir. Sus criados, todas las mañanas, tienen el encargo de despedir a estas señoras, aguantar sus berrinches, marear a las más enamoradas y ahuyentar a los maridos despechados.
Pero he aquí que una de ellas, Elena, consigue robarle el corazón.
SERGIO. —Oshidori, ¿tú crees que yo puedo enamorarme?
OSHIDORI. —Sí, señor.
SERGIO. —Y si yo te dijese: «Tengo la sospecha de estar enamorado», ¿lo creerías también?
OSHIDORI. —También, señor.
SERGIO. —¿Y por qué lo creerías?
OSHIDORI. —Porque el señor se está untando la mantequilla en la palma de la mano.
Aún esto no basta para completar el enredo. Doscientas mil pesetas es el precio que le ofrecen por hacer lo que mejor sabe hacer nuestro protagonista: enamorar a una señora. Ya se imaginan mis lectores de qué señora se trata. Añádase una secretaria completamente loca, un criado con mucho ingenio, un invitado sordo y un chófer argentino compositor de tangos. La comedia está servida.
Enrique Jardiel Poncela es maestro del humor absurdo. Atacado antes y después de la Guerra Civil por ambos bandos, ninguneado y vapuleado por la crítica, olvidado en la historia de la Literatura; consiguió, sin embargo, ser uno de los dramaturgos más importantes del siglo XX. Contó siempre con el afecto del público y viajó repetidamente a Hollywood como guionista. En sus comedias consigue dar la vuelta a grandes problemas y reducirlos al absurdo, de manera que no queda otra que abandonarse a la carcajada.
Lourdes G. Trigo.